En la isla de Kauai, en el Archipiélago de Hawai, la comunidad okinawense establecida allí desde el siglo XIX, disfrutaba de un periódico llamado Yoen Jiho Sha. En un artículo del día 1 de Mayodel 1934 se podía leer:

“El largamente esperado Sr. Miyagi, por fin ha llegado…Chojun Miyagi, que es una reconocida autoridad del karate Ryukyu y un maestro de inconmensurable talento, ha sido invitado por nuestra comunidad…El Sr. Miyagi es el jefe de la Taiiku Kyokay, dependiente del gobierno de Okinawa y en lo referente a sus conocimientos de este arte, nadie en la prefectura de Okinawa le puede igualar. Antes de su regreso a la tierra patria, dirigirá un curso de una semana de duración que será financiado por la rama okinawense de la organización Dai Nipón Butoku-Kai.”

          El talante con el que está escrito este artículo explica por si mismo, no sólo la importancia del Sr. Miyagi sino la notoriedad que tenía el karate por aquellos tiempos.

          Miyagi Chogun, era un hombre muy tranquilo, nacido en una familia noble de Naha en Okinawa. Su nombre auténtico okinawense era Miya-gusuku.

          Miyagi, empezó a aprender karate a la edad de nueve años y cuando cumplió los veinte se inició como discípulo de Higaonna. Más tarde vivió en China, como lo hiciera su maestro con anterioridad, y estudió Zen en un templo del centro de China al mismo tiempo que las artes marciales.

          Después de muchos años de ausencia regresó a Okinawa, donde formuló los principios de la enseñanza Goju-Ryu, manteniendo la filosofía de su maestro Higaonna, y fundó su primera escuela. Desarrolló las katas Sanchin y Tenso, incorporando los movimientos shorei que provenían del tipo de respiración que se utiliza en el Zen que aprendió en China. Dedicó toda su vida a difundir su arte. Gasto toda su fortuna en los numerosos viajes que hizo por todo el área del Pacífico, desde las islas de Okinawa a Hawai y también a numerosas ciudades de Japón donde tenía su residencia. 

          Después de la derrota Nipona en la guerra del Pacífico, volvió a Okinawa y se estableció en Ishikawa. Durante los años posteriores a la guerra, la vida era muy pobre y dura para los habitantes de esta región. Los habitantes se organizaron en cooperativas para trabajar todos juntos en los campos de cultivo. Miyagi, tenía un aspecto muy tranquilo y su personalidad se manifestaba apocada por lo que nadie pensaba que pudiera realizar un trabajo duro. Nunca hablaba acerca de su personalidad como maestro karateca, lo mantuvo en el silencio del que hacen gala la humildad de los grandes de espíritu, y él era grande de cuerpo y de espíritu.

          Cuando llegó la época de la recolecta, los organizadores del trabajo, decidieron que debido a la personalidad tan retraída de Miyagi este debería hacer el té que por entonces era un trabajo exclusivo de mujeres. Creyeron que él no podía hacer un trabajo duro a pesar del aspecto físico que tenía; era grande y fuerte. Como veremos más tarde, confundieron la calma con la timidez.

          Este hombre, también era conocido por su gentileza. En numerosas ocasiones mientras se hacían las colas para el racionamiento, cedía su sitio a alguna mujer anciana o a cualquier otra persona de aspecto débil y volvía al final de la cola. De vez en cuando, bromistas o jóvenes maliciosos, se burlaban de él y le daban empujones para provocarle, pero él se limitaba a sonreír.

Su humildad era genuina, pues el trabajo de lavar y hacer el té no proporcionaba ningún reconocimiento social, al contrario, los hombres se burlaban de él. La recolecta, sin embargo, sí proporcionaba un buen estatus social que estaba basado en el machismo, pues después de las duras jornadas de recolecta, los hombres tenían que cargar los pesados fardos de grano a los camiones que iban por la tarde a la ciudad y esta actividad implicaba un alto grado de competitividad entre los hombres… “a ver quién puede con más”. Estando, así las cosas, un día sucedió un acontecimiento que marcaría la vida de Miyagi para siempre.

          Se celebraba una fiesta importante en la ciudad Ishikawa y los hombres, ansiosos por ganar tiempo hicieron los haces de trigo mucho más pesados que habitualmente para ahorrar tiempo y poder llegar antes a la ciudad. Cuando intentaban subir las brazadas a los camiones les resultó imposible por el tamaño y por el peso. Un gran nerviosismo se apoderó de todos ellos; tendrían que desmontar todas las balas de trigo y volverlas a atar con menos peso y volumen, trabajo que requería muchas horas.

          Cuando Miyagi se dio cuenta de este problema, se acercó tímidamente y preguntó sí podía ayudar de alguna manera. Los rudos campesinos se rieron de él y le dijeron que eso era cosa de hombres. Entonces Miyagi insistió otra vez, pero esta vez,  pidiendo permiso con su humildad característica.  Los peones pensando que a lo mejor ganarían algún minuto, accedieron de mala gana.

          “Por favor, apartaos un poco, no quiero haceros daño”, dijo Miyagi, lo cual provocó una risotada general, pero antes de que nadie pudiera reaccionar…  se cargó un enorme bulto a la espalda y lo transportó sin aparente esfuerzo hasta lo más profundo dentro del camión.

          Durante un tiempo que parecía interminable y bajo la atónita mirada de los campesinos, repitió esta operación sin descanso. Por fin, todo el trigo estaba en la caja del camión. Miyagi, había hecho en media hora el trabajo que diez hombres hubieran tardado más de dos horas en finalizarlo.

          Esta proeza, corrió de boca en boca en la ciudad de Ishikawa y poco más tarde en toda la isla de Okinawa no se hablaba más que de este episodio. Vinieron personas de todas las islas solamente,… “para ver a ese hombre tan fuerte”. Este clamor, llegó a los oídos de los maestros de karate tanto de Okinawa, como de Japón.  Estaban sorprendidos de encontrar a Miyagi en una pequeña ciudad del sur de Okinawa cargando brazadas de trigo, pues todos creían que todavía estaba en Japón. Los que sí se alegraron enormemente, fueron los artistas marciales locales que le pidieron encarecidamente que les diera clases de karate.

          Como todos los grandes maestros de karate, tenía un amplio arsenal de episodios relacionadas con el arte marcial. En cierta ocasión relató las historias de los Bushi (samuráis) Matsumura y Anko Itosu, los cuales eran pobres. Itosu le contó, que, aunque no fuera una verdad absoluta:

 “Todos los artistas marciales auténticos suelen ser pobres.”

Le dijo; “que los bushi (guerreros) okinawenses eran pobres porque no sabían como manejar el dinero y esto era una costumbre entre ellos. Generalmente, sólo trabajaban por la comida y la cama que era no más que un suelo con paja. Un auténtico artista marcial, separaba la vida cotidiana de su arte en el cual invertía todo su tiempo. No concebían ganar dinero con la enseñanza de las artes marciales. Una persona dedicada a las artes marciales, debería ganar su vida con una actividad fuera de las artes marciales, de tal manera que, el trabajo que producía el dinero no contaminara la práctica del karate. Este era el sistema okinawense tradicional. Por eso, para un artista marcial auténtico – ser pobre, es como una parte del uniforme, no es ninguna vergüenza, al contrario, es un honor, parecido al honor de la pobreza de un monje Zen.”

          Siempre que se hablaba de actividades relacionadas con la fuerza física, el nombre de Miyagi Chogun salía a relucir. El periodista Tojuda Anshu, escribió el siguiente artículo:

“Cuando era joven, en el año 1928, fui alumno del gran maestro Kyan Chotoku. Por entonces yo tenía nueve años y consideraba un gran honor entrenar en el dojo de Kyan, que estaba en la ciudad de Hishagawa.”

“Un día, para mi sorpresa, un amigo intimo llamado Yamakawa Iwasuke, me dijo que estaba recibiendo clases del maestro Miyagi Chogun. Nunca olvidaré este dia. Yamataka, me llevó a verle entrenar en el dojo de Miyagi. Era la primera vez que veía Naha-te. Aunque su otro profesor Kanryo Higaonna ya había introducido el estilo Naha-te, Chogun lo había sistematizado y lo bautizó con el nuevo nombre de Goju-Ryu (Go-Ju-Ryu). Go, significa duro, Ju, blando; es decir la escuela de lo duro y de lo blando. Era una forma de trabajar muy diferente a la de Shuri-te. Cuando vi por primera vez a los estudiantes realizar lakata sanchin, me pareció salvaje y brutal.”

“Después, Miyagi Chogun, comenzó a demostrar sus formas. Nunca había visto hasta entonces a nadie practicar de esa manera. Me cortó la respiración. Miyagi era simplemente sorprendente, totalmente sorprendente. Demostró una fiereza como la de un león al mismo tiempo que la gentileza y el control de un hombre. Si existe la perfección en el karate, eso es lo que vi en su demostración.”

“El entrenamiento de Miyagi Chogun, era científico y severo. Durante ciertos periodos de tiempo los estudiantes deberían entrenar por la noche en el patio para perfeccionar la mente. No se puede pasar a un kata superior si no se sabe la anterior más simple. El entrenamiento consiste en la realización de técnicas básicas, básicas y más básicas (kihon) con katas entre medias.”

“Miyagi Chogun, se levanta cada mañana a las 5 horas en punto, practica algunos katas y sale a correr. Recorre 10 kilómetros, vuelve al dojo y vuelve a repetir los katas.”

“En el año 1924, Taisho Ju-san-nen, Gigoro Kano sensei y su mejor alumno, Nagaoka, vinieron a Okinawa y dieron una charla y demostración de judo. Según el periódico Ashai Shimbun, fue una demostración fantástica de dureza y habilidad. Miyagi asistió a la demostración acompañado de un venerable llamado Matsu.”

“Después de la demostración, Matsu preguntó a Miyagi sí algún experto karateka podría igualar la demostración exhibida por Kano-sensei y Nagaoka. Miyagi simplemente contestó que cualquier karateka que se preciara de serlo, podría hacer una demostración así durante horas sin apenas demostrar cansancio. Llegó a oídos del director del periódico Ashai Shimbun esta pregunta y solicitaron a Miyagi, si podría organizar el evento y hacerlo él mismo. Finalmente accedió después de muchos ruegos, escribiéndose en un artículo: ‘El maestro Miyagi realizará la exhibición, no por espectáculo, sino por la gloria del karate okinawense’.’’

“Miyagi, actuó sin ninguna pretensión económica. Okinawa, nunca vio antes nada parecido. Fue la actuación de un meijin (maestro de maestros):

 Miyagi, golpeó un hatillo de cañas de bambú hasta destrozarlas y extrajo la que estaba en el centro, intacta. Pisó polvo de tiza con la planta de los pies y de un salto dejó la marca de los dos pies en el techo del recinto para asombro de todos los presentes. Dejó que le golpearan con palos en los brazos, piernas, abdomen, espalda sin hacerse ningún daño, incluso algún palo se rompió. Arrancó la corteza de un árbol con los dedos. Con la punta del pie desnudo perforó un agujero en un barril de petróleo… Hizo otras muchas actuaciones que nunca antes habían sido vistas.”

“Actuó durante toda la tarde sobrepasando ampliamente las dos horas previstas. Después de la demostración, Miyagi dijo: − Cualquier karateka que entrene lo suficiente, puede hacer todo esto. Es solo una cuestión de cuanto quiere uno entregarse. El karate requiere una vocación total. No he hecho nada que ninguno de ustedes no podría hacer. No hay termino medio: o se hace o no se hace, pero no hay nada imposible.”

          Miyagi Chogun, fue un hombre de naturaleza agradable y gentil. No se puede encontrar ningún episodio de violencia, peleas o luchas con shiai en toda su vida. Extremadamente suave de temperamento, se podría decir que era como un símbolo a la humildad. Vivió el karate como un artista marcial y jamás hirió a nadie promesa que hizo a su maestro cuando se inició y que mantuvo toda su vida.

          Formó parte del antológico grupo de maestros okinawenses que entrenaron juntos y fueron los fundadores de una asociación creada en el año 1918 para preservar el karate tradicional de las islas: la Karate Kenkyukai.El grupo incluía a Gichin Funakoshi, Chotoku Kyan, Kenwa Mabuni, Go Ken Ki (un famoso maestro del estilo de Boxeo de la Grulla Blanca), Kenbu Yabu, Choshin Chibana y Miyagi Chogun entre otros.

En una ocasión cuando volvía tarde a casa por la noche, unos extraños le pararon en la calle y comenzaron a molestarle. Miyagi, evitó    la agresión sin dañar a nadie. Pero estos, continuaron. Miyagi, insistió en decirles que le dejaran en paz. No le hicieron caso. Súbitamente, uno se acercó tanto que rozó su nariz contra la suya. En ese momento las palabras de su maestro llegaron fuertes a su mente:

 “Nunca uses el karate para herir a ningún ser humano. Sólo como último recurso para proteger tu vida.”

          Uno de los pandilleros se decidió a atacarle. Le lanzó varios golpes de puño que Miyagi evitó con facilidad. Entonces se dio cuenta que aquellos hombres conocían el karate. Decidió no golpearles de vuelta, por lo que aplicó técnicas de judo. Con joko-guruma, lanzó al primero contra unos arbustos y con deashi-bara,i tiró a dos más al suelo. Después, hizo un kamae de posición de jinete con una profunda respiración que parecía el rugir de un león (ibuki) lo cual provocó tal desconcierto en los demás que salieron corriendo despavoridos.

          Este episodio ha quedado en la historia del karate como una muestra del carácter no ofensivo del karate-do. Otros maestros, como Funakoshi sensei, refieren esta historia como un ejemplo a seguir dentro de la filosofía de la no violencia.

          Fue amigo de otros maestros, aunque pertenecieran a otros estilos, así registró su estilo Goju Ryu junto con su amigo Chibana (Shorin Ryu), en la prestigiosa asociación japonesa: Dai Nipón Butokukai (La Más Grande Asociación para la Virtud de las Artes Marciales de Japón).

          El día 25 de octubre de 1936, un grupo de destacados karatekas okinawenses decidieron en la ciudad de Naha, con el periódico Ryukyu Shimposha como esponsor, después de muchas discusiones y con la oposición de algunos, determinar que el nombre oficial que debería adoptar el antiguo Tode okinawense debería ser KARATE. Los firmantes fueron: Chomo Hanashiro, Choshin Chibana, Kyoda, Shimpan Gukuma, Miyagi Chogun y como presidente Gichin Funakoshi. Asistieron al acto numerosos periodistas, militares, académicos, educadores, y miembros del gobierno. En su discurso M. Chogun dijo:

“Todo lo que es popular en el corazón de la nación (Tokio) es pronto aceptado en el resto del país”.

Esto demuestra que el carácter de M. Chogun estaba abierto claramente al modernismo.

Nunca persiguió la fama o la gloria. Fue eminentemente un hombre humilde que siempre mostraba una sonrisa en la cara. Mijagi Chogun, murió en Ishikawa, Okinawa el 8 de octubre de 1953. Tenía el cuerpo de un toro y el espíritu de un santo.

EL HOMBRE QUE NO SABE SONRREIR, NO DEBE ABRIR UNA TENDA”.

                                                           Proverbio Chino