Tanto los saludos como las reverencias en el mundo del Karate-Do, deben cumplir con unas reglas protocolarias que se remontan a la antigüedad. Es importante que el practicante conozca los orígenes, pues de esta manera comprenderá que el Karate no es solo un deporte, sino una forma de entender la vida basado en el intento de la búsqueda de la perfección, el estoicismo y la lealtad.

El Karate-Do tiene un origen basado en la armonía entre el cuerpo, la acción y la mente. El Maestro Funacoshi, supo dar sentido y unir estas tres ramas de la forma de vivir tradicional japonesa y ajustarlas a; las virtudes estrictas de la etiqueta y protocolo confucionianas; el estoicismo liberador del Zen; y el amor por todas las cosas vivas y lealtad características del Shintoismo. Estos conceptos se remontan al maestro chino Confucio (551 a.C), al budismo Zen (entró en Japón sobre el siglo VII) y al adaptable Shintoismo japonés que está considerado como una religión ancestral de Japón.

La fuerza de la acción y la delicadeza del espíritu fueron recogidos a finales del siglo XIX con en nombre de Nijû Kun, que se traduce por “veinte normas” (1890). Posteriormente estas Veinte Normas fueron publicadas por el Maestro G. Funakoshi, y, más tarde, dejó escritos VEINTE PRECEPTOS (1938). En la actualidad, en los Dojos tradicionales, de estas veinte normas, se recitan solo cinco al principio de las sesiones de karate, bajo el nombre de DOJO KUN.

La forma de realizar los saludos se remonta al siglo V a.C cuando el sabio Confucio, maestro de normas y protocolo, contemporáneo de Buda y Lao Tse, dictó las formas correctas reverenciales. En la etapa Asuka (s. VI d.C) este emperador chino decidió asumirlas como símbolos de unión entre el cielo y la tierra. Posteriormente, el Maestro Funakoshi las sincretizó y las actualizó.