El Espíritu de las Palabras – Koto Dama

 Durante las conversaciones que mantenemos diariamente, utilizamos palabras y pronunciaciones diferentes que nos permiten expresar nuestras emociones y pensamientos. Los sonidos de esas palabras son vibraciones que tienen su origen físico en el impulso que el músculo diafragma ejerce contra los pulmones. Este movimiento respiratorio se transmite por la traquea y hace vibrar las cuerdas vocales, la úvula, los dientes, las cavidades de la cabeza, implica a la lengua y los labios, y por fin el sonido alcanza el exterior. Creemos, cuando no somos conscientes, que el sonido emitido tiene un origen únicamente mecánico movido por leyes físicas, sin embargo, eso sería tan pobre como comparar un rayo de luz con la luz del sol. El sonido que un ser humano emite, es una prodigiosa manifestación espiritual, un reflejo del orden cósmico, la manifestación física de Ser. Las palabras con consciencia tienen su origen en la espiritualidad que anima a todo ser viviente. Las palabras se producen en lo más profundo de la mente humana, éste es el gran milagro; que podamos materializar un pensamiento en forma de sonido. Las palabras automáticas, las pronunciadas sin conciencia, son sólo sonidos animales emitidos sin ninguna transcendencia cuya única finalidad es la interrelación social que es un campo abonado donde el ego encuentra un campo perfecto para desarrollarse. Las palabras emitidas sin conciencia son sólo manifestaciones del ego individual que siempre desea imponerse al ego de otro. La humanidad no se ha desarrollado por la vía de la espiritualidad sin por la de lucha de egos.

El verdadero origen de las palabras, para las culturas orientales, tiene su origen, desde el punto de vista físico, en el Universo, y desde el espiritual, en el Ser. En la cultura filosófica «Chan», cuyo origen se alimenta de las tradiciones de épocas prehistóricas, las fuerzas que crean las vibraciones de los sonidos, tienen su origen en el universo: Penetran por la parte más alta de la cabeza, (la espiral del pelo, en el centro de la cabeza), y chocan con las fuerzas vibratorias que ascienden desde el suelo atravesando la parte más baja del cuerpo. Es la espiritualidad de la persona la que modula éstas ondas. Se produce un fenómeno muy parecido a la onda portadora de una frecuencia de radio que es modulada por la acción de un micrófono.

Según estos principios filosóficos orientales; cuando nuestro equilibrio físico y mental se encuentra en armonía con el medio ambiente, después de haberse purificado por medio de dietas apropiadas, pensamientos limpios y actividad física correcta, los sonidos de nuestras palabras pueden transformar las poderosas fuerzas del cielo y de la tierra materializándolas en expresiones verbales conscientes. Cuando las palabras brotan siguiendo este proceso, se puede decir entonces que; se habla con conciencia, y es entonces, cuando el sonido vocalizado tiene un valor espiritual. La palabra humana puede así mostrar el verdadero sonido de la tierra y del universo.

Las palabras o sonidos verbales que son pronunciados en estados de perfección espiritual – equilibrio consciente con el medio ambiente – representan el ESPIRITU UNIVERSAL, pudiendo proporcionar una poderosa influencia positiva – ecuanimidad, compasión, alegría, paz, equidad – no sólo para nosotros mismos como actores, sino también para todos los seres que nos rodeen.

Las palabras y los sonidos verbales expresados en el estado de conciencia se denominan, en las tradiciones budistas más antiguas: KOTO-DAMA, (el espíritu de las palabras). Cada sonido verbal que se pronuncia desde un estado de consciencia, lo cual implica servirse del cuerpo, de las emociones y de la mente como objetos de meditación, tienen un particular sentido y poder transformador, así como un efecto positivo sobre nuestras capacidades físicas, mentales y espirituales.

LA CALIDAD DE LOS SONIDOS.

Entre estos sonidos, algunos se pronuncian con la boca cerrada, son los sonidos YANG (es la fuerza que tiende hacia la contracción), y otros con la boca abierta, son los sonidos YING (es la fuerza que tiende hacia la expansión), habiendo una gran variedad entre ellos.

La alimentación es muy importante para lograr que la circulación de las vibraciones sea más limpia. Según la tradición Chan, cuando la alimentación está básicamente mantenida por vegetales, los sonidos se pronuncian más claramente que cuando la alimentación no está en equilibrio por estar sostenida por un exceso de alimentos animales, químicos o combinación caótica de alimentos. Los sonidos en estás condiciones adquieren calidades más groseras.


LOS CINCUENTA SONIDOS
Los sonidos básicos que han sido pronunciados desde tiempos ancestrales en oriente los recogemos en los siguientes cincuenta sonidos.

A: KA SA TA NA HA MA YA RA WA

E: KE SE TE NE HE ME E RE E

I : KI SHI CHI NI HI MI I RI I

O: KO SO TO NO HO MO YO RO O

U: KU SU TSU UN FU MU YU RU U


1. El sonido «A», representa los sonidos de los estados diferentes de las fuerzas invisibles. En el círculo de la creación, representa a la madera. Actúa sobre el hígado y la vesícula biliar. Influye sobre la creatividad, la toma de decisiones, la intrepidez, la capacidad de tomar decisiones. Desarrolla la intuición y la capacidad de ir más allá de las capacidades mentales normales. Este sonido nos orienta en la búsqueda de la liberación y el despertar de la conciencia. La combinación clásica es: A – UM.


2. El sonido «I», representa los diferentes sonidos, fuerzas y vibraciones del fenómeno de la vida. Representa el fuego. Actúa sobre el corazón, el intestino delgado y el triple-calentador. Físicamente favorece el encuentro con el amor, la expresividad, el altruismo, la alegría y la fe. Facilita la comprensión de ser uno con todo. Facilita la comprensión de la trascendencia y de estar libre de todo condicionamiento físico o mental. Responde según las fuerzas espirituales y te facilita moverte en el mundo más por la fuerza del corazón que por la inercia descontrolada de la mente.


3. El sonido «U», y sus sonidos combinados manifiesta diferentes estados de armonía y equilibrio. En el círculo de la creación representa, la tierra. Actúa sobre, el bazo, el páncreas y el estómago. En la personalidad actual sobre, la serenidad, la compasión, la empatía y el buen humor. Potencia la claridad de pensamiento y el sentido de pertenencia a todo. Es la encarnación del verbo en el cuerpo, nuestra carne. La combinación clásica es: A – U – M.


4. El sonido «O». En el círculo de la creación representa el agua. Incide sobre el riñón y la vejiga urinaria. Actúa sobre la fuerza de voluntad, el coraje, la capacidad creativa, la valentía. Es la energía vital sexual que se hace consciente y asciende a través de la columna hasta la cabeza, (la Kundalini del yoga). Facilita la sublimación de los instintos. La combinación clásica es: OM.


5. El sonido «E», representa los diferentes estados de armonía y equilibrio. En el círculo de la creación representa el metal. Actúa sobre el pulmón y el intestino grueso. Actúa sobre el criterio, la justicia, el desapego, y la sensación de estar en equilibrio mental y físico. Se tienen percepciones extrasensoriales, pero con los «pies en la tierra», con buen criterio. La combinación clásica es : SE.


LAS RESONANCIAS DE LOS SONIDOS
Estos cincuenta sonidos hacen vibrar diferentes partes del cuerpo. Físicamente el fenómeno se llama, «resonancia». Por ejemplo:

La «I», hace vibrar el estómago y la parte media del cuerpo.
La «O», hace vibrar los riñones y la parte media de la espalda.
La «HA», hace vibrar los pulmones y todo el aparato respiratorio.
La «U», hace vibrar la zona de la nuca y columna vertebral.

Así pues, el uso adecuado de sonidos bien elegidos puede ayudarnos durante la realización de las actividades físicas diarias y pueden hacernos sentir la espiritualidad de cada acción, pensamiento o emoción, de esta manera; la conciencia encuentra con este sistema otro vehículo más para «entrenarse» en la búsqueda del «aquí y ahora» que es el objetivo de la meditación. El espíritu de las palabras nos facilita la posibilidad de sentir el «estado de presencia» que es el objetivo de todo proceso meditativo.