En numerosas ocasiones hemos oído la frase “es bueno por genética? o “éste tiene la flexibilidad genética” e incluso “lo tiene fácil por genética?… ¿Qué hay de verdad en estas conclusiones?

La neurociencia intenta en la actualidad hallar respuestas y lo está haciendo porque el deporte moderno ha alcanzando desde hace pocos años cotas insospechadas. Las casas comerciales, la educación social, la sanidad, los medios de comunicación e incluso, la política se muestran muy interesados en el deporte y el culmen es el deporte Olímpico. ¿Existe algún gen deportivo que facilite al deportista la gloria?, ¿hay pruebas de que ciertos genes son transcendentales para dominar las habilidades motrices complejas?

Se sabe muy poco de los genes concretos que codifican las aptitudes motrices, pero sí se sabe que cuanto más compleja es la técnica deportiva mayores son las diferencias individuales en la rapidez del aprendizaje. Hay deportistas que avanzan muy rápidamente y dejan atrás a otros, ¿menos favorecidos genéticamente? El NIMH (Instituto Nacional de Salud Mental de EU) encontró que el gen BDNF que codifica los factores neorotróficos puede producir variaciones en el aprendizaje y en el rendimiento. Este gen aparece en dos variedades “val” y “met”. Los individuos con la versión “met” tenían más dificultades en todo lo relacionado con la memoria y también con la memoria neuromuscular. Estudios posteriores con resonancia magnética funcional examinaron los cerebros de estos atletas y corroboraron que los “val” y los “met” respondían con diferencias sutiles relacionadas con el interés demostrado por los atletas en el experimento. No se llegó ninguna conclusión. La investigación continua en la actualidad y parece ser que no encuentran un “gen deportivo” y menos gen karateka.