La relajación es el primer paso cuando decidimos entrar en el conocimiento transcendente de la vida. Cuando me preguntan que porqué es necesario “el conocimiento transcendente de la vida” contesto, “cuando un indigente recibe una ayuda para poder sobrevivir, ¿es importante que conozca al benefactor para poder agradecer el bien recibido o es mejor hacer como si el bien aparece por generación espontánea?” Agradecer, ennoblece al que da las gracias. Ignorar conduce al desprecio y al olvido. Ser agradecidos a los que te ayudan o agradecer a la propia vida, es una de la cualidades que más te acercan a la humildad y este es el primer paso hacia la transcendencia. El conocimiento transcendente de la vida es; llegar a un estado de humildad desde el cual percibimos la vida que late dentro de cada uno de nosotros y sentirnos agradecidos por ello. Es el camino de la sabiduría: “encuentre lo que encuentre y consiga lo que consiga exprimiré de ello el mayor beneficio para mi y para los demás”. La sabiduría se alimenta de la conciencia. Es una buena receta para vivir con plenitud.
Pero “sentir” la conciencia es imposible para la mente que no conoce la cualidad de la observación. El propio intento de relajarse es una tensión que impide la relajación y ésta es la razón por la que no puedes observar la conciencia. La iniciación de la meditación debe conocer los conceptos de PRESENCIA, OBSERVACIÓN Y EGO los cuales sólo pueden reconocerse en estado de relajación. Los meditadores que están en el camino del “deseo por llegar”, solo pueden alcanzar la relajación del cuerpo y ésta es una forma muy escueta del gran tesoro que puede abrir la relajación que conduce a la observación de la conciencia. La relajación del cuerpo es buena como medida terapéutica o profiláctica, pero su valor queda limitado al cuerpo. Es como subir con gran esfuerzo a un frondoso manzano y al llegar arriba no encontrar la manzana porque el cansancio y las hojas la ocultan.
Una vez alcanzada la relajación se inicia un camino de iniciación hacia áreas más sutiles. Es un camino que conduce a la transformación de la persona por medio del descubrimiento del ego (las hojas). El vehículo utilizado se llama, OBSERVACIÓN. El camino acaba en un lugar mental llamado, CONCIENCIA DEL PRESENTE.
A éste camino los orientales le llaman “DO”.
Fotos: La observación de los sonidos de la naturaleza, la sensación del cierre de un puño, o, la empatía de un grupo de niños en seiza, son vehículos para llegar el PRESENTE.