En la cultura japonesa se aprende a hacer reverencias antes que a andar. El saludo con inclinación reverente no solo expresa respeto, sino que es la primera manifestación que se hace antes de pedir perdón. Pedir disculpas es un arte que se remonta a la época de los samurais. Recientemente hemos visto en la prensa fotografiada como Aiko Toyoda, el propietario de la fabrica de coches Toyota (algunos coches presentaban defectos de fabricación que les impedía frenar la marcha y provocaron accidentes) se excusaba públicamente por estos defectos de fabrica que se produjeron en el ordenador de abordo. Cuando pidió disculpas, todo Japón estaba atento al ángulo de inclinación de su cuerpo. Realizó un “saiken-rei” que es una inclinación entre 45º y 90º lo cual significaba el reconocimiento absoluto y sin excusa del error que cometió la fabrica de la que era propietario. En ese momento se humedecieron los ojos y lloraron miles de personas tanto empleados de la compañía como clientes japoneses.

Otra forma de saludo de uso frecuente y diario es el “ESAKU” (que es la inclinación ligera de la cabeza, unos 15º. El “KEIREI”, es una inclinación del cuerpo entero de unos 30º que implica respeto a la autoridad, al estatus de la persona o a la edad. La forma más extrema de expresión corporal para representar la total sumisión se denomina “DOGEZA”, que consiste en postrarse en posición fetal, es decir, sentarse sobre los tobillos y flexionar totalmente el cuerpo hasta que la frente toque el suelo.

Así pues, en el momento de entrar y salir del tatami, y al hacer los saludos al inició y al final de la clase, lo que hacemos es; en el primer caso un “keirei” (respeto al dojo y al sensei), y en el segundo un “dogeza” (total aceptación a las enseñanzas del sensei).