A continuación voy a relatar la historia Zen que mencioné anteriormente y que puede, por si misma, explicar como la vanidad del deseo es una de las “barreras” que debemos “romper” para entrar en el mundo de la auténtica búsqueda del ki. (del “El Zen en el tiro con arco”, Herrigel)

Un día estaba Nomura, un buen estudiante de kyu-do (tiro con arco tradicional), practicando solo en el dojo (sala de prácticas de tiro). Nadie tenía tan buena puntería como él y era famoso sobre todo por ser el que había lanzado más flechas durante el tiempo que llevaba practicando.

Pensó:
“ Voy a eliminar el primer movimiento, ese que consiste en levantar el arco por delante y por encima del nivel de la cabeza con el brazo izquierdo estirado preparando la tensión del arco y así dispararé más flechas en menos tiempo”. Su ambición le movió a pensar en toda una estrategia: “El sensei no está en el dojo ahora y no me verá. No me puede hacer repetir tantas veces este movimiento tan innecesario como él hace siempre. El maestro es un purista anticuado y en los tiempos actuales sólo importa la eficacia. La forma como realice el tiro no es lo importante, lo importante es acertar en el blanco y para ello cuantas más veces tire, mejor”. Con estas ideas en la mente se dispuso a realizar un disparo múltiple de flechas lo cual realmente era muy difícil, un reto personal imposible.

Cogió cinco flechas y las lanzó lo más rápidamente que pudo eliminando el primer movimiento de la kata. Acertó impecablemente las cinco veces en el centro de la diana y quedó ampliamente satisfecho de sí mismo. “El Maestro no se enterará, pues está en la biblioteca leyendo”, pensó mientras se dirigía rápidamente a quitar las flechas de la gran diana de paja.

En ese momento entró el maestro. Le miró muy severamente y le dijo: “La práctica tiene que mantenerse igual todo el tiempo, incluso si nadie está supervisando”. El alumno quedó sorprendido porque no podía entender cómo el sensei sabía que no había respetado la ceremonia de preparación al tiro ortodoxamente. “Nadie puede lanzar cinco flechas en tan poco tiempo y hacer cinco dianas. Esta acción sólo ha conseguido que multipliques por cinco tu vanidad y ahogues cinco veces el río de tu ki en el mar del deseo”. Continuó diciendo el maestro:

“Tú no estás practicando para mí o para la sociedad, estás practicando para tí mismo y para alcanzar la perfección y el estado de total comprensión. Si añades o quitas movimientos a las katas, entonces te estás engañando a tí mismo, no a mí. Un día moriras en el mar sin fondo del deseo y del ego ”.

(Continúa en 8 de 8 y es final)

Fotos: La duda, la preparación humilde, la gran realización. En este orden siempre se llega a algún sítio.