Hay “escuelas de karate”, que se anuncian con grandes letras utilizando lemas tradicionales y sagrados en el mundo del karate: honor, excelencia, respeto, dignidad, la casa de kokoro… Suena muy bien, pero cuando se trata de publicidad orientada a engañar, confundir y atentar contra la ética del karate y peor aún la moral de los niños y familiares, entonces no se trata de frases bondadosas y positivas, sino de eslóganes maliciosos orientados a conseguir ganancias económicas y fama egocéntrica.

SE ATENTA CONTRA LA ÉTICA.

La obligación de un profesor de karate es enseñar por medio de la dinámica propia del arte marcial valores limpios de malicia. Cuando un maestro hace cambiar el color de un cinturón superior y presenta a un alumno con un cinto inferior con la finalidad única de ganar, se atenta contra los principios fundamentales del karate: la dignidad. El niño es enseñado a hacer trampas y los padres a secundar silenciosa y cínicamente el engaño. Esto es el peor atentado contra los sentimientos y entra de lleno en la deshonra de quien lo promocione. Esta plaga ha llegado hasta las más altas instancias políticas (Universidades, Masters, TFG, etc).

El reconocimiento de las trampas es aceptable, pero es evidente que de no haberse descubierto el fraude este hubiera continuado…¡que buenos somos cuando nos descubren! Lo que más nos dolió a los karatekas que presenciamos el momento de la denuncia que nos concierne, fue cuando la representante del club, después de pararse el campeonato y descubrirse la infracción de una niña, se reunió el equipo directivo arbitral en el centro del área de competición (árbitro jefe de tatami, director de arbitraje de la cita deportiva, director técnico de la DMK y representante del delegado provincial de karate) y, a la vista de todo el público, actuó con aparente prepotencia y soberbia a los requerimientos de los responsables de velar por el buen desarrollo del campeonato: «…pues la eliminais y ya está!…», «…yo tengo mil alumnos…»

Lamentable modelo de ética y responsabilidad para sus alumnos.

El valor más preciado que encierra el mundo del karate es; la rigurosidad con que se aplican los valores, el protocolo y las reglas. No hay más que ver un campeonato de karate reglado por jueces titulados por la RFEK, para constatar lo que estoy describiendo. Comparen con cualquier otro deporte. El fundador del Olimpismo, el Barón de Coubertain, cimentó todos los valores del juego limpio y eso es lo que el karate lleva cumpliendo desde hace muchos años. Para la rigurosidad que siempre ha existido en el mundo del karate, la entrada en el Olimpismo, no puede ser motivo de sorpresa o de desconfianza, sino una transición natural y lógica. Por eso, lo descrito anteriormente tiene una importancia sensible. Ya me han llegado comentarios relacionando el caso del fraude de los karatekas infantiles con el Olimpismo; “…eso es lo que trae como consecuencia entrar en el juego olímpico…” o “…los jueces la tienen tomada con el técnico en cuestión porque…”

Si no tenemos cuidado con fraudes similares

SE ATENTA CONTRA LA MORAL DEL MUNDO COMPETITIVO

y este acabará relajándose demasiado. Por eso, felicito a la DMK por comenzar a cotejar con precisión los grados conseguidos en los exámenes de dojo y la titulación oficial de los técnicos, para evitar «futuros navegantes…» Conozco perfectamente el trabajo extra que esto supone para la secretaria por lo que la felicitación esta bien fundamentada.

Lamento profundamente tener que escribir sobre un tema tan oscuro, pero desde mis 55 años de practica humilde de ARTE MARCIAL (Judo y Karate-do), siempre denunciaré cualquier circunstancia que atente contra los principios éticos y morales de un deporte tan bello y limpio como es el KARATE-DO.

Caiga quién caiga y tolerancia, cero.

Obs: Yo perdí el año pasado el Campeonato de España de Veteranos por no hacer un saludo. Oss! y felicito al árbitro que me descalificó. Lo aprendí de niño hace 71 años.